lunes, 15 de febrero de 2010

El año del tigre


Ayer en mi barrio celebramos el año nuevo. Como sois una gente ilustrada e informada, habéis deducido sagazmente que vivo en un barrio con mucho chino. Antes China se asociaba al país del cuento, el flanin, las naranjas y un juego de barra de bar, algo que probablemente ignoraban sus millones de ciudadanos, que han venido a nuestra casa para buscarse el arroz en un aire más fresco que el de los mandarines comunistas con corbata, que patrocinaron la matanza de Tiananmen. Ahora los chinos son esos vecinos indispensables para los jardineros de maceta balconera, los solteros recién independizados o su versión en divorciados y todas las abuelas del barrio que coleccionan marcos de fotos.

Viendo la jarana que montaron en la calle con los del año del tigre, yo me dije: “coño, otra oportunidad para hacerse el buen propósito de atravesar este año contra viento y marea”. Y acto seguido pensé (yo soy así de rápido): “¿como cojones será un año del tigre?”. Disculpareis, pero cuando hablo solo digo muchos tacos. En fin, que me puse a estudiar el tema y, tras una concienzuda investigación de diez minutos en internet, salió el siguiente resultado.

Me remonté a 1902, que fue un año del tigre especialmente chungo para los propios chinos. Fue el de la sangrienta revuelta de lo "boxers" con miles de muertos y también el de la erupción de un volcán en la Martinica que se llevó por delante a 30.000 personas. Quizá por eso los alemanes patentaron los somníferos. Pero eso son minucias si lo comparamos, con el siguiente año del tigre, 1914. Para no ensañarnos, lo vamos a dejar en que empezó la Primera Guerra Mundial, que acabaría cuatro años después con el mayor horror conocido hasta entonces y diez millones de muertos.

El siguiente, 1926 fue bastante más relajado, nació el osito Winnie the Poo, se construyó la primera tele, se descubre la vacuna del tétanos y al pobre Gaudí lo atropelló un tranvía dos meses antes de que Harry Houdini hiciese su ultima y definitiva escapada, la que le llevó al otro barrio. Entretanto, los chinos salen de una guerra civil que pierden todos y gana Chiang Kai Chek.
A 1938 lo vamos a liquidar con un par de apuntes: los nazis persiguen a Freud, entre otros muchos, hasta que se escapa a Londres, donde se estrena el primer refugio nuclear antes de que comiencen a caer las bombas. Mientras, el Vaticano reconoce al régimen de Franco, antes de que acabe la guerra. Menos mal que ese año nace Superman. Ah, sí, lo de los chinos va a peor; ahora los están liquidando masivamente los japoneses.

Y llegamos a 1950. La India se convierte en la mayor democracia del mundo, en China estrenan la República Popular de Mao Zedong y en Grecia la paz, después de una guerra civil de cinco años. Para compensar, empieza la guerra de Corea y de paso, la Guerra Fría. Parece ser este fue un año del tigre de metal, así que, a lo mejor por eso, en la España del racionamiento se crea la Seat. En 1962, como el tigre era de agua, se fue a una playa de Cuba y se lió la crisis de los misiles, con todo el mundo acojonado, menos los chinos que andaban muy liados fabricando sus propias bombas. ¿Lo bueno?, que nace Amnistía Internacional. ¿Lo peor?, que se muere Marylin Monroe y que empiezan a proliferar los cines de arte y ensayo.

El siguiente año del tigre, 1974, parece un chiste malo. Esta vez el bicho era de madera, el mismo material del que estaba hecha la jeta de Richard Nixon cuando le pillaron con el Watergate. Definitivamente es el año de las gilipolleces, porque se pone de moda que salten a los campos de fútbol y unos tipos en pelotas llamados “streakers”, la nieta de un multimillonario, Patty Hearts, atraca un banco en nombre del Ejército Simbiótico de Liberación y la sensación del pop mundial son unos tipos con el pelo cortado a hachazos que se hacen llamar los Bay City Rollers. Los chinos contribuyen regalándoles a los ingleses un par de osos pandas y a cambio reciben dos rinocerontes blancos.

En 1986 el tigre de marras era de fuego, como el arma que acabó con la vida de Olof Palme. Para acabar de liarla, ese año pasa por el cielo y el cometa Halley, cosa que la central de Chernovyl aprovecha para pegar el mayor pedo nuclear de la historia.
Y en 1998, Bill Clinton se lió con la becaria Mónica Lewinksky para promocionar una forma de trabajo en precario y para que Txus Blues y Jose Bluefingers dedicasen una divertida canción a “los labios más ardientes del blues”. El año entonces fue tigre de tierra, quizá por eso el planeta soltó su cabreo y nos castigó con una serie de catástrofes mundiales provocadas por el fenómeno El Niño, el peor de todo el siglo.

Este año, para empezar a celebrarlo hemos empezado desencadenado una ofensiva bélica en Afganistan, con atentado brutal en la India, una catástrofe en Haití y la vuelta del miedo nuclear con el lío de Irán. ¿Esto demuestra que el año del tigre es especialmente chungo?. Pues no necesariamente, porque he mirado los años del cerdo, del perro y de la rata, y no eran precisamente mejores, Entonces, ¿somos nosotros los que nos empecinamos en cagarla?. Abstenerse escépticos, librepensantes, camareros, músicos y periodistas. El resto, irlo rumiando. En cualquier caso, me quito el sombrero con los chinos, ¡lo que aguantan los tíos!.
Va por ellos y por vosotros, que tampoco sois mancos en aguante. Feliz año del tigre.
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