El hombre de la gabardina leía el periódico ajeno a lo que le rodeaba. Por el parque corrían viejos bronceados intentando alcanzar la longevidad a base de zancadas. Cerca trotaban a saltitos mujeres de edad indefinible procurando evitar que el botox se desparramara sobre el césped.
En la terraza de la esquina unos tipos trajeados tomaban café con gestos robados a sus abuelos y carteras heredadas de sus padres. Parapetados tras las gafas de sol espiaban a las chicas con alma de gimnasio que paseaban por la acera las ilusiones de sus madres.
De los autobuses bajaban y subían tipos anónimos de piel morena y gestos apagados, cargando con bolsas repletas de bienestar ajeno. Unas mujeres achaparradas arrastraban la nostalgia de sus hogares mientras empujaban sillas de ruedas con momias enjoyadas.
Sentados en el respaldo de un banco unos adolescentes con dentaduras de 2.000 euros tecleaban en sus móviles aburrimiento envasado en mensajes para sus amigos del banco de enfrente.
Un hombre con la pulcritud de un traje viejo salió de la boca del metro y desplegó en la acera una biografía resumida en cuatro líneas de letras retorcidas. Súbitamente comenzaron a flotar a su alrededor frases malolientes: “cierre patronal”, “despido fulminante”, “orden d embargo”, “familia sin recursos”, “busco trabajo”.
Al instante una pareja uniformada con el color del orden y la tranquilidad social se acercó a investigar la procedencia de aquel hedor. Con buenas maneras imperiosas dialogaron con el autor del traje viejo que al cabo de un rato se volvió a sumergir cabizbajo en las entrañas del metro.
Recuperada la tranquilidad, el hombre de la gabardina volvió a sumergirse en el periódico para acabar de leer la noticia llena de letras perfectas y ordenadas: “La banca corta el préstamo al ladrillo, el consumo y ‘pymes’ de varios sectores. Aumenta la precariedad y rebrota la economía sumergida”. Todo volvió a la normalidad.
En la terraza de la esquina unos tipos trajeados tomaban café con gestos robados a sus abuelos y carteras heredadas de sus padres. Parapetados tras las gafas de sol espiaban a las chicas con alma de gimnasio que paseaban por la acera las ilusiones de sus madres.
De los autobuses bajaban y subían tipos anónimos de piel morena y gestos apagados, cargando con bolsas repletas de bienestar ajeno. Unas mujeres achaparradas arrastraban la nostalgia de sus hogares mientras empujaban sillas de ruedas con momias enjoyadas.
Sentados en el respaldo de un banco unos adolescentes con dentaduras de 2.000 euros tecleaban en sus móviles aburrimiento envasado en mensajes para sus amigos del banco de enfrente.
Un hombre con la pulcritud de un traje viejo salió de la boca del metro y desplegó en la acera una biografía resumida en cuatro líneas de letras retorcidas. Súbitamente comenzaron a flotar a su alrededor frases malolientes: “cierre patronal”, “despido fulminante”, “orden d embargo”, “familia sin recursos”, “busco trabajo”.
Al instante una pareja uniformada con el color del orden y la tranquilidad social se acercó a investigar la procedencia de aquel hedor. Con buenas maneras imperiosas dialogaron con el autor del traje viejo que al cabo de un rato se volvió a sumergir cabizbajo en las entrañas del metro.
Recuperada la tranquilidad, el hombre de la gabardina volvió a sumergirse en el periódico para acabar de leer la noticia llena de letras perfectas y ordenadas: “La banca corta el préstamo al ladrillo, el consumo y ‘pymes’ de varios sectores. Aumenta la precariedad y rebrota la economía sumergida”. Todo volvió a la normalidad.
9 comentarios:
Es difícil explicarlo mejor. ¡Bravo!
Esto invita al optimismo. Confiemos en el morenete!
Desde luego sabes escribir, tío. Deberías abordar algo más largo y ambicioso.
Dicho esto, y por tocar un poco las pelotas,no me parece muy realista la intervención policial que narras. Aquí puedes tirarte días delante de La Moncloa o el Supremo, con tu pancarta, sin que vengan a echarte. Es lo bueno que tenemos.
Y aun así, cabe más hedor y es el que tengo yo hoy en la oficina. Tres, seis, doce….casi todos africanos documentados con todo cuanto documento se necesita para ser persona… . Buscan trabajo porque lo han perdido, es decir: el famoso mercado laboral los ha expulsado. Nunca en tres años de atención en Galicia nos hemos encontrado con tanto extranjero dentro de la ley, esto es, con papeles pero más empapelados que nunca: sin poder pagar el alquiler, sin poder ir al market, sin poder enviar dinero a casa….
Lástima que una buena pluma se tenga que ver abocada a describir la superficie, siempre equívoca, de una realidad que, en la apariencia, resulta obvia por evidente.
Lástima que una buena pluma tenga que circunscribirse a hacer reseña permanente del infortunio, reafirmando así la visión polarizada en la observación y percepción de las cosas.
Lástima que una buena pluma no pueda abrirse -alguna vez- a la complejidad y diversidad de la condición de la vida humana que, antes de bipolar, es amalgama de pasiones, emociones, deseos, sentimientos y ... suerte
Me gusta esto de que la respuesta sea diversa y difusa.
Por lo menos volvemos a los tiempos en que nos preocupa algo más que el precio de una cena
Salud a todos.
Manolo, desgraciadamente, muy bueno. Cuando lo leía, desde Kioto, con un ojo veía el monte Hiei y con el otro estaba viendo el Turó Parc.
Jordi, una alegría saber de ti y que te guste. espero que no te invada la nostalgia
Luis, a mi también me extrañó la movida pero supongo que el pavo se largó más por aburrimiento que otra cosa
Menchu, menusa pelea que te traes, suerte y ánimo
Vicente, gracias por una respuesta así de currada.
Anónimo, un abrazo seas quien seas
Borja...confiemos en el morenete hasta quie se diga lo contrario.
Salud a todos
Amigo Poy, muy bueno este nuevo escritillo. Siempre es agradable recibir lo "bueno nuevo" de un amigo. Yo aquí, intentando subir, cual salmón, los rápidos hacia la zona de deshove de penurias... vamos, como todo cristo. Salud, blues y lineas torcidas, compañero.
Publicar un comentario