martes, 10 de mayo de 2011
¿CUANTO VALES?
Andaba yo a vueltas con mi atribulada vida económica y laboral, buscando una salida como un ratón en la jaula de un laboratorio, cuando fui a dar de bruces con una página web, en la que te ofrecen calcular cuanto vales en el mercado de los seres humanos. Sí, ya se que tiene un tufo raro, y hasta esclavista si me apuras, pero la cosa está muy achuchada así que me dije “déjate de caralladas y apúntate, no sea que vayan a dar algo por ti”.
La página en cuestión se llama humanforsale.com y para realizar el cálculo de tu valor hay que rellenar unas 40 preguntas de cuatro apartados fundamentales: físico, mental, hábitos y personalidad; preguntas que yo comparto con vosotros por si os sirve para remediar vuestra personal crisis. Entre los primeros parámetros están la raza, la edad, la altura, el peso, el color del pelo, de los ojos, etc.
Lo de la raza me trajo mogollón de tribulaciones. Porque según parece, debería ser una especie de celta del norte, pero me empeñé en ser moreno y escueto, lo que se conoce por un “estándar ibérico”, y con el tiempo fui descubriendo que soy una especie de mediterráneo universal. Total que les contesté que era más o menos de la raza “bípedo implume”.
Lo de la altura lo solventé con un “normal”, porque el que no se consuela es porque no quiere y yo pienso que soy alto respecto a la media andina y bajo respecto a las medidas de los blancos caucásicos (que yo creo que solo existen en las películas policíacas norteamericanas). En lo de la edad puse “provecta”, no por coquetería, que casi me la he gastado toda, sino para tocar los cojones y dármelas de florido escribidor. ¡Qué coño! Y además, porque estoy seguro que tienen que mirar en el wikipedia, y eso me mola.
La cuestión ¿con qué mano escribe?, me retrotrajo al colegio, donde los zurdos eran unos tipos empeñados en ir contracorriente y a los que se debía enderezar por cualquier método (a poder ser, cuanto más bestia y vejatorio, mejor). Ahí se me erizó un poco el pelo de la nuca (nunca se sabe que puede encerrar una pregunta imbécil) y disimulé con una frase que no es mía: “Nunca le des la mano a un pistolero zurdo”.
La batería de preguntas inteligentes la solventé con monosílabos y onomatopeyas (que contra la que pueda pensar más de uno, no son cumpleaños). ¿Tiene mucho vello corporal? “depende”, ¿es estrábico? “¿comooorr”?, ¿ganancias anuales? “pffssss”, ¿trabajo que se desempeña? “escaso”, ¿idiomas que conoce? “buenoooo” . ¿deportes que practica? “uufffff”, y así más o menos sucesivamente.
También repreguntaron por mi salud, así que: “muy bien, gracias”. Pero los tíos querían saber más, querían saber si bebo, fumo, tomo drogas o juego. Estuve a punto de contestar la frase de cabecera de mi amigo Portela: “doctor, todo lo que puedo”, pero pensé que a lo mejor del entraba complejo de inferioridad y decidí ser modesto y dejarlo en “hombre, alguna vez que otra”, lo cual sin acercarse a la realidad ni de coña, tampoco supone una mentira que me mande de cabeza al infierno (sitio para el que conozco atajos mejores).
Y como ya habían cobrado confianza pues se lanzaron un poco más con la encuesta: ¿visita páginas porno?. Reconozco que las tengo un poco abandonadas, a las pobres, pero ya se sabe: vistas mil, vistas todas, así que expliqué que desde hace muchísimos años me rijo por el viejo principio: “Masturbarse está muy bien, pero follando conoces gente”.
Me creía muy listo, pero los tipos siguieron preguntando a calzón quitado, nunca mejor dicho: ¿longitud del pene o copa de sostén (no, sujetador no, sostén)?. Comprenderéis que estas respuestas no las comparta con vosotros. Prefiero que se queden entre yo y Humanforsale, que me ha garantizado absoluta confidencialidad, cosa que me tranquiliza enormemente. Bueno, lo de la copa del sostén os lo puedo decir: depende de la noche y del local donde actúe.
Pero este inocente capítulo se cerraba con una cuestión que dejó bastante perplejo: ¿número de cavidades del o la demandante?. Dado que al principio del todo ya rellenas la casilla de hombre o mujer, la preguntita me dejó más pillado que una vaca que mira al tren. Al mismo tiempo me produjo una sensación similar a lo que llamo “el síndrome del confesionario”, que era cuando confesaba que había pecado contar el sexto mandamiento (para los más jóvenes, el que habla de los actos impuros) y el cura me preguntaba si lo había hecho sólo o en compañía, y a mi se me habría un abanico de posibilidades desconocidas hasta el momento, porque yo siempre he tenido mucha imaginación para según qué, dicho sea de paso.
Cerraba este delirante interrogatorio el apartado de actividades sociales, que nos os voy a detallar porque escribí dos folios, pero fui muy escrúpulos en la respuesta a mis presuntas actividades benéficas. Ahí puse un: Sí, soy de los que creen firmemente que la caridad bien entendida, empieza por uno mismo.
Así que aquí me tenéis, esperando que me llame el señor Down Jones, o el Índice Nikei, o alguien por el estilo, para que me digan si puedo especular un poco conmigo mismo, o sigo donando mi cuerpo a la ciencia y mi espíritu al Jack Daniels. En fin, que si queréis saber cuanto valéis, podéis rellenar el cuestionario de marras, pero si queréis sacarle dinero, es mucho mejor que hagáis lo mismo, pero en un programa de tele realidad. Yo estoy esperando que me llamen un día de estos.
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7 comentarios:
Del fondo de tus infiernos salen tus escritos más celestiales.
MUY BUENO, compañero.
El Aguinaga
Cojonudos tus escritillos. Haría el test ahora mismo si no fuera porque tengo otros quehaceres. Un abrazo.
Martí Farré
Eres la polla man. Me flipan tus escritos.
No pares, prefiero la versión gota malaya.
Un abrazo tronco!
Anibal
Hola Manolo,
Se me ha hecho corto, la verdad... Leerte ha sido como escucharte contarlo de viva voz pero con más calma y dosificando la inspiración...
A ver si coincidimos una día
Saluda a Joan
Juan Pérez
"estandar" , "normal"....estás muy lejos de ser todo eso!
¡Se te echa de menos en los antros barceloneses!!!
Aupa manolo!
muy bueno ja ja
¿qué tal va todo? si alguna vez vienes por el norte no dejes de visitarme.
Un abrazo
Carlos
Saber lo que uno vale puede traer muchas desilusiones.
Me ha gustado
Un saludo.
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