martes, 14 de abril de 2009

Una mañana de abril

Aquella mañana de abril de hace de hace 78 años el mundo, como ahora, se hallaba en plena crisis. La bolsa de Wall Street se había ido al carajo y, como ahora, todos los países empezaron a temblar con una fiebre que amenazaba con llevárselos al otro barrio. También, como ahora, la desconfianza esparció la semilla del odio y la miseria engendró ansias de venganza que acabarían llenando fosas comunes y crematorios innombrables.

Pero aquí en casa, aquella mañana trajo un mar de flores rojas, moradas y amarillas, y las calles se llenaron de jóvenes sonrisas que lo esperaban todo de la nueva era de la libertad, la igualdad y la fraternidad que encarnaba una señora que llevaba un gorro frigio y que enseñaba una teta.

Aquella mañana muchos maestros les contaron a los niños que de mayores seguirían siendo todos iguales y muchos curas anunciaron a las beatas el apocalipsis por anticipado. Aquella mañana se afilaron lapiceros y cuchillos, se pasearon esperanzas y revanchas. Aquella mañana desembocó en una corta fiesta de gritos, sudores, abrazos y canciones. Al final, como en todas las fiestas, los matones y los pendencieros se colaron obscenos entre las risas y la madrugada trajo la resaca que todos conocemos.

Pero aquella mañana de abril millones de personas su subieron al carro de la libertad y eso, en tiempos de crisis, bien merece un homenaje, aunque sea tan pobre como este. Salud.