domingo, 18 de noviembre de 2007

LA GRAN EVASIÓN

Los africanos preguntan el resultado de la final del campeonato de futbol y saludan agradecidos al Guardia Civil que les ha rescatado de las aguas del Océano Atlántico, el mismo en el que sus antepasados murieron camino de la esclavitud. Esta vez han llegado más de cien en un solo día. Nadie sabe el número de los que fracasaron.

Dos chavales se han dejado la vida enganchada en el alambre de espino de la valla del inmenso campo de concentración de la miseria que separa el Norte del Sur. Quizá nunca sepamos de que fusil salieron las balas que pusieron fin a su evasión, pero sabemos que el dedo que apretó el gatillo tiene la yema sucia del petróleo, la sangre y la cocaína que impregnan los billetes de banco. Es el mismo dedo que enchufa el escaparate luminoso que atrae a los desesperados, igual que las bombillas atraen a los mosquitos.

La nueva esclavitud, es como la nueva censura o como la caridad de antes: empieza por uno mismo. En las vergonzosas épocas del tráfico de esclavos, el ser humano, mayormente el ser humano negro, era tratado como ganado. Pero hemos avanzado mucho, hace años que hemos abolido la trata de esclavos y las cosas son distintas. El refinamiento ha llegado a tal punto que ahora los desesperados pagan para jugarse la vida camino del paraíso. Hemos dado un gran salto. Ya no son animales, son mercancía.

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